Skrik
Llego aquel dia, donde sentada con tus amigos estabas y el intercambio de miradas que tuvimos basto para mi perdida de control y los ataques de escalofrios que hoy aun permanecen.
De noche en mi colchon individual trataba de acostarme lo mas orillado posible, te designaba la mitad pegada a la pared para que alli durmieras. Te ponia un poco de musica y prendia un cigarro; marlboro rojo eran los que nos gustaban.
Sabias que no te dirigiria la palabra, tu tampoco lo hiciste.
Despertaba y alli estabas, rectangular, babeada y con una mascara puesta… oh si, almohada.
Hora del desayuno, me levantaba en chinga a prepararte lo que mas te gustaba. Con gran rapidez y empeño te hice tu omelet con esa salsa que tanto te gustaba.
Te intente dibujar a blanco y negro, intente escribirte algunos versos pero mi lenguaje no es muy amplio y no sabia mas que escribir «te quiero». Entonces te compuse canciones con mi guitarra y las tocaba por ratos muy prolongados, no habia letra, solo musica.
Comimos juntos viendo la tele y reiamos con los comerciales chafas de productos milagrosos, a la vez que planeabamos que hariamos en la tarde, despues de tu ir a la escuela y yo a la mia. Decidimos ir a conseguir «algo» y pistear unas cervezas en casa de tu amigo Ramón.
Inventarte nombres fue mi pasatiempo en esos dias aburridos de clases; Mariana, Victoria, Paz, Fernanda, Carolina, Lucy… Di con el nombre ideal. Te llame Lucy cada que te veia y tu, sacada de onda, me mirabas con cara de asco.
Con un poco de valor, meses despues me acerque y te pregunte la hora. «10:32» me respondiste.
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